En casa creemos que los animales no llegan por casualidad. A veces la vida se encarga de ponerte delante al compañero perfecto, y eso solo pasa si tienes el corazón abierto para adoptar.
Fíjate que yo he llegado a comercializar con las crías de mis labradoras, ciertamente era un dinero extra para la familia y los perros estaban muy bien cuidados e iban a buenas familias, pero llegó un momento en el que dejé de sentirme bien con este proceso, aunque me beneficiara económicamente. Es por eso que el resto de mascotas que han entrado en casa, todas han sido por adopción, y jamás he vuelto a vender un animal.
También hemos ayudado a muchos animales a encontrar dueños poniéndolo en sapiencia de diferentes protectoras, refugios o personas que hacen este bien, no tengo síndrome de Noé, pero si podemos ayudar ahí estamos.
Siempre hemos tenido 5-6 gatos, pero se fueron marchando por diferentes motivos: edad, enfermedades o accidente. Nos quedamos solo con Ra.
En el último año, nuestra familia gatuna ha crecido de maneras que jamás imaginamos, y cada uno de ellos ha llegado con su historia, sus miedos y su ternura.
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Cómo empezó todo
Decir que otros gatos que hemos tenido han sido siempre adoptados, pero esa es otra parte de la historia, si te interesa, déjamelo en los comentarios.
Empezamos:
Todo comenzó hace un año, cuando el repartidor de MRW que nos trae la comida de los perros cada dos semanas iba camino a la veterinaria para dar en adopción a dos hermanitos de apenas tres meses. No nos lo pensamos dos veces: los recibimos en casa y desde entonces llenan nuestros días de travesuras, ellos son Flecha y Thor, y geniales la verdad.
Cuatro meses después llegó Niga, una preciosa gata de 15 años que perdió a su dueña. Es tímida, un poco asustadiza, pero tremendamente dulce.
Poco después llegaron Enki y Prana, dos pequeñitos de un mes que nos robaron el corazón. En ese tiempo también vivimos la tristeza de perder a Ra, nuestro gato de 10 años, que se marchó y nunca volvió.
Y ayer mismo, como si el destino nos escuchara, encontramos en el parque a un gato buenísimo, sociable con niños, gatos y perros. Ya lo hemos llevado a desparasitar y pronto irá al veterinario para su chequeo. Se llama Zen, y le viene que ni pintado el nombre. No sabemos que edad tiene, pero parece joven, aunque tiene heridas puede que alguna enfermedad, se ve sano, pero estaba literalmente en las llantas, esta comiendo toda la carne que le doy con ganas, pero además está zampándose todo lo que pilla, hasta las cortezas de las pizzas.
Lo que hemos aprendido al adoptar
Adoptar no es solo darle un techo a un animal, es darle una segunda oportunidad. Es mirar a un ser que ha pasado por abandono o pérdida y decirle: “Aquí estás a salvo”.
Al adoptar:
- Salvas una vida que, de otro modo, quizá no tendría futuro.
- No alimentas la cría irresponsable ni el comercio de animales.
- Puedes encontrar gatos de todas las edades y personalidades.
- Descubres una gratitud especial en su forma de mirarte o buscarte para dormir cerca.
- Muchas veces ya vienen vacunados, esterilizados y revisados por un veterinario.
Un vínculo que no se compra
Los gatos adoptados no siempre se adaptan de inmediato, pero cuando lo hacen, el lazo que crean es indescriptible. Aprendes a respetar sus tiempos, a celebrar cada avance y a recibir un amor que no entiende de dinero, solo de cuidado y paciencia.
En nuestro caso, cada uno de nuestros gatos ha aportado algo distinto a la familia. Y sí, a veces hay más pelos en el sofá que cojines, pero la alegría que nos dan compensa con creces.
Ven a conocerlos
Si quieres ver a Enki y Prana jugando y haciendo de las suyas, te invito a visitar nuestro canal de YouTube. Aquí te dejo un video para que los conozcas y, quién sabe, quizá también te animes a adoptar.
